martes, 4 de mayo de 2010

OTEANDO







Ayer las asociaciones de periodistas del mundo han salido a la calle para reivindicar un sinfín de derechos, justos, no lo dudo especialmente en esos países, donde simplemente informar cuesta la vida del periodista, aunque luego el medio para el que trabajan ni tan siquiera, destaca la noticia o el comentario de estos buenos profesionales, simplemente, condenan su trabajo al ostracismo, a una pequeña referencia, camuflada entre fanfarrias, con el fin de que pase desapercibida mientras destacan en primera plana, las rastreras lisonjas que demandan los intereses de los parvenus de turno.

Lo curioso, de todo esto es que se autoproclaman medios libres e independientes, puesto que cualquiera puede decir lo que quiera _eso sí en inferioridad de condiciones, faltaría más_ como sucede con todos los “supuestos” derechos constitucionales, que tenemos los ciudadanos _si los puedes pagar (como la vivienda) o puedes hacer frente con tus posibilidades dinerarias, porque el ejercicio del derecho en este país es negocio, hasta cuando la asistencia sea de oficio_ o si lo que dices es del agrado y viene bien a los intereses espurios, que defiende en ese momento el medio de comunicación de turno. ¡Entonces sí! Llaman pluralidad a la cantidad. Es curiosa esta confusión de conceptos entre profesionales que “supuestamente” se han preparado para dominar el lenguaje. Quizás, sea precisamente esto, que dominan el lenguaje al igual que el que domina el derecho y lo desvirtúa en su provecho.

Pero aún me llama más poderosamente la atención, que la asociación de periodistas españoles, soliciten de bien público y de interés común su profesión. Es decir los que llevan años y paños, escribiendo en los distintos medios, que la privatización y liberalización, de empresas, no es que fuera aconsejada sino que era necesaria. Cuando, ahora, ven las suyas cerrar y sus puestos de trabajo peligrar, apelan al interés público. Ellos no pueden aplicarse eso de la reconversión, como exigieron y tuvieron que hacer y hacen, el resto de los trabajadores. Claro mientras tocaba a los de la funda, todo estaba bien, pero (hombre los creía más preparados), hace más de medio siglo, que el trabajador no es solo el que lleva funda, sino también el de la bata, el de traje y corbata, todo aquel que su sustento dependa, de un puñetero y mísero sueldo (en este mundo, si algo aprendí es que hay mas fachada que casa) ese es un currela. La credibilidad profesional hay que ganársela día a día, haciéndose respetar. Que conste que, yo sí, considero al periodismo de interés público y un bien común. ¡Pero el periodismo de verdad, no el ejerció del vocerismo!

Cuando escribo intento buscar la equidad y siempre dudo de conseguirlo. Pero observo y me llama poderosamente la tención, que hay mucho soberbio que piensa sentar cátedra, que se cree que por gritar mucho y si es “desde la primera plana mejor”, tiene la razón, es más demuestra, al menos así lo veo yo, que él se cree en poder de decir lo que quiere, a quien quiere y a cualquier hora del día, aunque sean majaderías, creyéndose poseer la autoridad de poner en la mente de los demás, lo que pasa por su única y averiada neurona.

En el periodismo, como en los demás sectores de la vida, tienen ante sí el reto de las nuevas tecnologías al que hay que sumar ese poder económico, que cada vez más mangonea la prensa. No es solo el poder político el que mangonea, sino que el mayor manipulador es el que sostiene a los políticos. ¿Y quien sostiene a estos? Detrás de estos siempre hay un poder económico. Que además ni es del todo limpio ni transparente, que siempre exigen cobrarse las inversiones realizadas en las correspondientes campañas.

En fin, la libertad de prensa es hoy una utopía, como la libertad del hombre. Cuando el hombre sea realmente libre, la comunicación también será libre.

PENSIONES II (¿Públicas o Privadas?)

Hoy deseo comenzar haciendo referencia a Van Rensselaer Potter , quien utiliza _ al inicio de los años 70 del siglo XX _ por primera ...