¡Cuando ya lo tienen!
Y lo tienen gracias a los desatinos intencionados de los sindicatos UGT y CCOO, que lo vienen guisando desde hace más de 25 años, tanto con la patronal como con los distintos gobiernos, en lo que ellos denominan “Pactos”, y que solo se traducen en ajustes que sufren los trabajadores, mientras las empresas salen beneficiadas.
(Todo comienza con la llegada del PSOE al poder y su primer ajuste económico. Devaluando la peseta un 8% (recuerdan) para incrementar las exportaciones, aumento de los tipos de interés y aumento de la presión fiscal, reconversión industrial se hablaba de una nueva reindustrialización (ZUR), que yo en Asturias nunca vi, aunque sí abundaron los acuerdos económico-sociales con la intención de reventar la conflictividad laboral )
En la interminable e incomprensible retahíla de reformas laborales que se vienen sufriendo en nuestro país han cambiado drásticamente el Derecho del Trabajo, a favor de las necesidades marcadas según los postulados del sistema económico de libre mercado. Teniendo en cuenta solo la competitividad de las empresas y la viabilidad del sistema económico y por el contrario los trabajadores ven como sus derechos son recortados, reforma tras reforma. Desde que en 1980 en que se aprobara el Estatuto de los Trabajadores.
Ya en 1984 el Gobierno del PSOE y con el apoyo de UGT, lleva a cabo la diversificación del estatuto jurídico del trabajador. El empleo fijo a jornada completa deja de ser la norma habitual del conjunto de los trabajadores, pasando a toda una variedad de contratos (temporales, a tiempo parcial, formativos) que hoy abundan en el mundo laboral, incorporando a la par, mecanismos de flexibilización del mercado del trabajo. La reforma de 1988, es una prolongación más de lo anterior, con la pretensión de colocar el “Plan de Empleo Juvenil” conocidos popularmente como contratos basura.
En el año 1992, nos debamos de bruces con el “Decretazo” en el que se rebajaba las prestaciones por desempleo (tiempo y cuantía). A este Decretazo, le sigue la reforma laboral de 1994, (con medicamentazo incluido) donde se legalizan las empresas de ETT y el despido objetivo y termina de dar el espaldarazo total al contrato basura, aunque se sufren posteriores reformas en 1998 y en el 2001 con el propósito de animar la utilización de este tipo de contratos. Se pone de moda la “Flexibilización” de instituciones jurídicas laborales, permitiendo la adaptación de la empresa a las fluctuaciones económicas y productivas, (movilidad, traslados, despidos, cambio sustanciales en las condiciones de trabajo…) Convirtiéndose la reforma de 1994 como la de la flexibilización laboral.
En 1997, El gobierno, empresarios, UGT y CCOO pactan una nueva reforma, de donde sale el “Contrato de fomento del empleo” contrato indefinido con despido más barato. A la que siguió la llevada a cabo en solitario por el Gobierno en el 2001, que flexibilizo y precarizo aun más el mercado de trabajo y popularizo el despido objetivo, al tiempo que concedió más rebajas en las cotizaciones empresariales y endureció el derecho a las prestaciones por desempleo. En el 2002 con un nuevo decretazo, se limita el acceso al subsidio agrario y se suprimen en gran medida los salarios de tramitación.
Y en los años 2006 continúan las reformas de la mano de nuevo del PSOE, de nuevo con la intención de promover la contratación indefinida por bandera, las mismas pretensiones que se vinieron haciendo en las reformas laborales anteriores, en que se abarataron los despidos. Y en estas seguimos en la actualidad, donde podemos ver que la postura de la CEOE sigue en los mismos términos.
Y lo que si podemos observar es que el abaratamiento del despido por sí, no aumenta la contratación ni crecen los empleos estables. La creación de empleo está ligada a la expansión económica. El empresario contrata según sus necesidades a los trabajadores que se adapten al perfil y cualificación por el exigible. Y esto no depende del coste del despido, que ya es barato.
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